DESMEMORIA, MENTIRAS Y PRUEBAS

Foto: West Midlands Police

La extraña desmemoria de unos padres que han perdido a su hija. Varios de los agentes, tanto del Cuerpo Nacional de Policía como de la Guardia Civil que han intervenido en el caso de Asunta, coinciden en ese punto: en lo extraño e infrecuente de la falta de memoria en los padres de la niña. La madre no recuerda dónde dejó a su hija por última vez; el padre olvida preguntar sobre ello; ninguno de los dos recuerda qué zapatillas llevaba la niña cuando la vieron por última vez...

La experiencia y la casuística no son admitidas como prueba, pero si son estimados los indicios que ambas arrojan. Un agente de policía que ha tomado declaración a veinte padres de niños desaparecidos está en condiciones de afirmar, sin ningún género de dudas, que el comportamiento de los que presentaron la denuncia número veintiuno no se ajustaba al tipo ni al patrón de comportamiento de los anteriores.

Cuando un padre pierde a su hija es capaz de recordar con precisión todo el camino andado y desandarlo en perfecto orden cronológico hasta dar con el punto de separación exacto. Los hitos anteriores y posteriores quedan grabados en la memoria testifical y son repasados una y otra vez. "Las hojas de los árboles se movían de un modo especial; había un charco junto al coche; me fijé en el intermitente parpadeando del Ford Fiesta rojo que estaba junto a la zona de los carritos del supermercado..."

El problema llega cuando en lugar de declarar que no se recuerda un dato se sustituye por uno que es más conveniente para nuestro relato. Mentir es un medio de defensa legal para los procesados, pero no es un buen camino cuando hay pruebas que demuestren que estamos mintiendo. El valor de cada prueba viene dado por lo irrefutable de la misma. Las pruebas científicas, las audiovisuales, los testimonios... Y esas, según consta en el sumario, evidencian un buen manojo de mentiras. La desmemoria es otra cosa.
 

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