La jornada de hoy en el juzgado de instrucción número 2 de Santiago de Compostela ha sido sin duda alguna agotadora para todos los presentes. Declaraciones, videoconferencias polémicas con interrupciones, susurros y notitas que han caldeado los ánimos hasta cotas de máxima temperatura. Algunos de los presentes, a pesar de su dilatada experiencia no habían visto comportamientos similares en toda su carrera.
La abogada del propietario del resto biológico de la camiseta ha insistido una y otra vez en que su cliente quería y debía declarar y finalmente su objetivo se cumplió y se cumplirá tal y como establece la LECRIM y tendrá derecho a declarar tantas veces como estime necesario.
Se han solicitado nuevas diligencias para aclarar de forma precisa la participación, presencia o ausencia en el crimen del mencionado propietario de los vestigios hallados en la camiseta. Así mismo se han pedido nuevas declaraciones de los empleados del centro comercial en donde se supone que estuvo el joven el día de los hechos, teniendo en cuenta las dudas que para las defensas emanan de las pruebas practicadas se tornan testimonios de vital importancia.
Los que también declararon fueron la psiquiatra que atendió a Rosario en La Robleda en el año 2009 y el doctor que le recetó las pastillas a Basterra. La psiquiatra ha declarado que detectó en Porto "riesgo de daño propio", y no "peligro para terceros". Pero tal afirmación es compatible con la visión de algunos forenses que aseguran que "durante un acto homicida, la madre puede ver a su niño como una mera extensión de sí misma y no como un ser separado. La inclinación suicida de algunas madres se puede transformar en parricidio".
La misma psiquiatra ha declarado que no estaba dispuesta a vulnerar su código deontológico y por lo tanto no abundaría en los detalles de su diagnosis. Ha afirmado que Rosario "llegó deprimida y hundida" y que "no escuchó directamente a la madre de la menor decir que le estorbara su hija durante el tiempo que duró el tratamiento".
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